Hace un tiempo condenaron a seis años de prisión a los creadores de la web de descargas ilegales Youkioske.
¿Se puede decir algo novedoso sobre la piratería en internet? Lo veo difícil, casi imposible. Entonces… ¿por qué abundar en un tema tan manido? ¿Por qué desaprovechar este espacio dilapidándolo sin más? Solo hay una razón: porque no puedo evitarlo, necesito dar mi opinión o reviento.
Voy a decirlo cuanto antes para que, quien no lo desee, no siga leyendo y dedique su valioso tiempo a una actividad más interesante.
Estoy radicalmente en contra de la piratería.
Ya está escrito.
El nombre no es tema baladí. La RAE define «piratería» como:
1.- Ejercicio de pirata.
2.- Robo o presa que hace el pirata.
3.- Robo o destrucción de los bienes de alguien.
Y creo con sinceridad que la palabreja se ha desnaturalizado; de tanto repetirla y manosearla ha perdido su verdadero significado.
Los amigos de lo ajeno digital no reconocen ni muertos que piratear es lo mismo que robar. Dicen, por ejemplo, que la cultura debe ser gratuita; que las pelis no les salen gratis porque ya pagan internet; que hay cosas escandalosamente caras que deben ser pirateadas; que no causan un perjuicio económico a nadie porque nunca comprarían lo que se descargan; que cómo van a comprar un libro o un disco sin saber si les va a gustar y, una vez descargado, leído o escuchado, que para qué lo van a comprar ya; que los beneficios de las discográficas, editoriales o productoras de cine son indecorosos; que robar es lo que hacen los políticos o los banqueros… En fin, una infinita retahíla de argumentos que, de tan absurdos que los considero, no voy a invertir ni una línea en desmontar. Algunos, si no fueran tan graves, podrían formar parte de un monólogo de El Club de la Comedia.
Yo creo que apropiarse, sin pagar, de algo que tiene un precio, es robar. Ni más ni menos.
Entrar en un supermercado, meter una botella de licor bajo la chaqueta y marcharse sin pasar por caja, ¿es robar? Por supuesto.
Incrustar un coche en el escaparate de una joyería y arramblar con todo lo que se pueda, ¿es robar? Sin duda.
Estimo que son ejemplos suficientes, que se ve por dónde voy. Todos estos casos son censurados por la mayoría de la población, una mayoría que además no se ve reflejada en los sujetos que los perpetran porque nunca se le ha pasado por la imaginación actuar igual. Sin embargo, si se trata de descargas ilegales, la reacción no es la misma, la permisividad impera y se le resta importancia. Lógico. En este caso es la mayoría la que realiza estas prácticas y a nadie le gusta considerarse un delincuente.
No hay ninguna razón para que bajarse por internet una película, un disco, un programa informático o un libro (que tengan todos un precio en el mercado) no sea robar.
Repito: ninguna.
Con el agravante de que la red está repleta de contenidos gratuitos. Sí, sí, gratuitos. Los principales periódicos poseen ediciones resumidas que se actualizan en tiempo real, innumerables músicos que se quieren dar a conocer cuelgan sus vídeos o sus grabaciones, existe infinidad de software libre, obras literarias sin derechos de autor, cursos de cocina, idiomas, fotografía o informática, juegos para jugar con personas de todo el mundo…
No nos engañemos ni nos hagamos trampas en el solitario. Si alguien produce algo para venderlo y lo conseguimos sin pagar lo que cuesta, estamos robando, ni más ni menos. Los contenidos descargados son las joyas o la botella de licor de quien los produce. Tan sencillo como esto.
Las implicaciones más importantes que tiene, a mi juicio, la piratería digital, son las siguientes:
– empresas que cierran o ven disminuir su facturación
– aumento del paro
– menos impuestos recaudados
– mayores dificultades para los creadores para vivir de su trabajo.
Menudencias sin importancia. Todos sabemos que el único causante de todo ello es el gobierno y que los ciudadanos están exentos de cualquier responsabilidad al respecto. Espero que se capte la ironía.
Estos tipos de Youkioske se habían embolsado en tres años cerca de 200.000 € (demostrados) poniendo gratis a disposición de todo el mundo el trabajo de otros. Pero si nadie hubiera realizado una sola descarga, habrían tenido que dedicarse a otras actividades.
Y para que no parezca que me limito a dar lecciones de urbanidad omitiendo mis propias miserias, acabaré diciendo que me da pena formar parte de una sociedad en la que muchos de sus miembros solo se mueven cuando algo les afecta. En lo que a mí se refiere, si no fuera un escritor novel a punto de publicar su primera novela, casi seguro que no estaría escribiendo esto.